Así como nuevos inventos se crean por las necesidades que surgen cuando aparece una nueva misión espacial, de igual forma aparece la motivación y la energía para priorizar los comportamientos que son necesarios para alcanzar una nueva meta en mi vida.
El próximo mes de noviembre estaremos viajando, por primera vez, al otro lado del globo terráqueo. Para mi esto es toda una nueva experiencia llena de emoción y expectativa. Por alguna razón siento que una parte de mi vida está ubicada en esa zona del mundo, pero aún no lo sé hasta que lo descubra. La fascinación y curiosidad por conocer el estilo de vida y, sobre todo, vivirlo aunque sea por varios días, ilumina mi cerebro y enciende la remota posibilidad de descubrir no solo los lugares que visite, sino una parte de mí misma que aún desconozco.
Por motivos de este viaje han surgido algunas compras necesarias, obvio, pero también ha surgido un reto interesante: mi consumo de energía. Por lo general, soy una persona bastante activa, pero confieso que a las cuatro horas de estar caminando necesito regresar a mi base para descansar y poder continuar la aventura. Por lo tanto, he decidido reajustar mi cuerpo para sostener esa energía por más de cuatro o cinco horas al día. Y esto por unos diez días consecutivos que dura el viaje. Así que, manos a la obra, creo que ya he perdido algunas libras en el proceso.
Esta semana logré lo que hace mucho tiempo no hacía, o más bien, creo que nunca había hecho: ejercitarme intencionalmente cada día por cinco días consecutivos. ¡Qué lograzo! Aún no alcanzo la meta original (ejercitarme por 6 días consecutivos), pero haber logrado lo que nunca había hecho me hace feliz y consciente de lo que estoy transformando en mi vida y en mi cuerpo.
Y así me siento: haciendo lo ajustes para disfrutarme cada pedacito de mi viaje a España con la mayor cantidad de energía y alegría posible. Es una bendición.